domingo, 19 de febrero de 2012

Riglos versión caliza

Otra semana más, los entrenos se van sucediendo con normalidad y con alguna novedad: reaparece Luis tras sus exámenes de enero (ya teníamos ganas de verle el pelo!) y montamos una vía nueva en el desplome, marcada con cintas rojas (rondará el 7c+ o el 8a.., ya diréis...).

Calentando con buenas vistas

El sábado fuimos a escalar a Riglos, aunque con una baja de última hora por estudios (que siempre sean así las bajas, eh?), lugar de culto de todo escalador aragonés que se precie por ser la cuna en esta tierra de la escalada, habiéndose vivido en sus mallos historias increibles de superación en su conquista, siendo testigos mudos y casi inmutables de la evolución de las tendencias escalatorias y voladoras del ser humano. Desde la escalada-conquista con medios "arcaícos" que usaban el "todo vale" para llegar a la cima, hasta el artifo más extremo, el solo integral o el free-base que se ha visto últimamente, Riglos congrega cada día todo tipo de "fauna" entorno a sus infinitos bolos para no dejar de sorprenderse nunca, seguro.

La parte izquierda del murito con el Pison al fondo

Y en este entorno tan vertical e intimidatorio, pusimos nuestros piececitos para contemplar al calor de un cortado en el bar de Toño toda la exposición de materiales que antaño se usaban para ascender estas "pequeñas" cumbres. Ya con el sol haciendo un poco más de acto de presencia (pues nada más llegar estábamos a -3ºC), nos dirigimos lejos de toda esta historia hacia la Balsa, un pequeño murito para "el entrenamiento local" que ha visto aumentado su número de itinerarios, de los cuales no teníamos certeza sobre el grado que podían ser, pues el camarero del susodicho bar no nos supo indicar más que lo que aparecía en una carpeta marcada como "reseñas"...; que le vamos a hacer... a vue total!

El muro completo con el Pison al fondo y Antonio apretando!

Fuimos hasta el sitio dando un agradable paseo con "escolta", observando los grandes mallos que quedaban a la espalda, y disfrutando del bonito entorno conformado por las huertas, los ladridos de nuestro amigo, los buitres ejecutando sus primeros planeos vespertinos, y observando de refilon si ya le entraba o no un poco de sol a murito donde íbamos a escalar.

Hector jugando con el "escolta" que nos acompañó desde el pueblo...

Al final, calor de lo lindo (casi casi sin camiseta) y muchos pegues, luchadas, aprietes, vuelitos y risas que acabaron con una buena merienda en Ayerbe gracias a Hector que se invitó a un par de refollaos, dulce típico de la zona.

Esta semana, más y mejor!!

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